Son tremendamente prevalentes las enfermedades derivadas de una
respiración bucal en los niños: otitis, amigdalitis, sinusitis,
faringitis, vegetaciones, reflujo, cefaleas, apneas, ronquidos, escoliosis, y
un largo etcétera son consecuencia directa de no respirar por la nariz de forma
habitual, y de no cerrar los labios en reposo. Y por supuesto, los primeros
perjudicados son los dientes, que se colocan donde buenamente pueden en un hueso
que se ha transformado estructuralmente para la respiración.
Cualquier alteración funcional que se diagnostique precozmente
requerirá un tratamiento mucho más sencillo y eficaz y tendrá un mejor
pronóstico a largo plazo. Sólo de niños sanos podremos conseguir adultos sanos.
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